miércoles, 20 de abril de 2011

Encuentro

El reloj de la estación marcaba las cuatro en punto de la tarde. Ella había llegado bastante tiempo antes de la hora acordada y ahora contemplaba ansiosa, sentada en un banco, llegar el tren.
En cuanto las puertas se abrieron, se levantó de un salto. Su corazón latía cada vez con más fuerza y sus manos, inquietas, jugueteaban con su minifalda. No le costó distinguirle entre toda la multitud que bajaba desesperada del mismo vagón. Él, con paso tranquilo, avanzó dibujando una gran sonrisa.
Se detuvo a un escaso medio metro para contemplarla. Ella miraba al suelo intentando no sonrojar de los nervios, pero algo la distrajo: los dedos de él acariciaban su cuello con gran cariño. Un escalofrío recorrió el cuerpo de la chica que se encogió ligeramente y se atrevió a mirarle a los ojos. Él seguía sonriente, dejando ver sus marcados colmillos que adornaban una perfecta sonrisa.
No supo muy bien cómo pasó, pero se encontró entre sus brazos y con la cabeza apoyada en su hombro. Cerró los ojos para disfrutar aquel momento: llevaba esperándolo mucho tiempo.


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